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martes, 22 de junio de 2010

Boda Victoria de Suecia

A las 15.52 de la tarde, Victoria, princesa de Suecia, ha alcanzado su sueño. Se ha convertido en la esposa de Daniel Westling, el hombre que llegó a su vida como entrenador personal y ha acabado por convertirse en su marido. La novia, con un espectacular vestido, diseñado por el danés Par Engshedn, no ha dejado de sonreir en toda la ceremonia, sonrisas y lágrimas de emoción que también han aparecido en los rostros de sus padres, los reyes Carlos Gustavo y Silvia, y en el de su hermana Magdalena, dispuesta a demostrar que ya empieza a olvidar la triste ruptura de su compromiso matrimonial.
Victoria y Daniel se dieron el sí en la catedral de San Nicolás, la misma en la que hoy hace justo 34 años se casaron sus padres. La ceremonia, por el rito luterano, ha sido oficiada por el arzobispo primado de Suecia, Anders Wejryd, el obispo de Estocolmo Ake Bonnier y la obispa de Lund, Antje Jackelen, una de las cuatro mujeres que han alcanzado este grado en la iglesia sueca.
El vestido, el secreto mejor guardado de toda novia es muy discreto. Ha sido diseñado por Pär Engsheden, escote barco, dejando al descubierto los hombros. Es de seda duquesa satinada, de tono crema. Las mangas, cortas. Debe ser por aquello del verano sueco. La espalda, escote en uve, botones hasta el final, forrados de la misma tela.
Complementos al vestido, un fajín que le corta debajo del pecho y marca la cintura. La cola, como toda novia real, cinco metros, sujeta a la cintura, luego se quita, y con el velo mucho más decorado para vida al vestido, ribeteado en los bordes. La corona, no puede ser menos real. Es la Tiara de Camafeos, y rinde homenaje a la tradición sueca, y a la reina Silvia, ya que fue la misma que ella lució en su boda en 1976. Es de oro, perlas y siete camafeos, a juego con los pendientes. Y el ramo, precioso. En cascada, largo, flores blancas con un ligero protagonismo del verde. Ese vestido le permite jugar con los complementos y acertar.

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